lunes, 4 de febrero de 2013

RELAJATE, SOLO SON EXAMENES




Uno de los problemas más comunes que conciernen a los exámenes es la gran inquietud o nerviosismo que producen en quienes han de pasar por ellos. La nota conseguida en los exámenes puede tener efectos decisivos en el futuro del candidato y el simple proceso de prepararse para ellos puede ser una experiencia cargada de estrés. 
En esta sección nos centraremos en tres cuestiones relacionadas con la inquietud que provocan los exámenes.
Una, aprender durante varios meses cómo relajarse; tanto mental como físicamente;
dos, modificar las reacciones de miedo a los exámenes;
tres, aprender a relajarse rápidamente mientras se está en la sala de exámenes.
Aprende a relajarte Antes de tratar de las técnicas de relajación, merece la pena analizar una lista de comprobación de signos y síntomas asociados con el estrés.
Cuando piensas en un examen, o en el momento de hacerlo:
— ¿Te palpita el corazón con latidos exagerados y ritmo acelerado? — ¿Se torna jadeante tu respiración y te invade una sensación de ahogo? — ¿Te suda el cuerpo (palmas de las manos, axilas y cara)? — ¿Se agita tu mente y te sientes intranquilo/a? — ¿Se te revuelve el estómago? 
 
La lista de arriba no es exhaustiva, pero la mayoría de las personas que se preparan para un examen estarán en disposición de identificarse con algunos de estos síntomas, si no lo hacen con todos.
Si tu corazón palpita, tu respiración se acelera, tus manos están inquietas y húmedas y todo tu cuerpo está revolviéndose y moviéndose en el asiento, hacer un examen puede ser mucho más difícil de lo que debería ser.

¿Cómo puedes hacerte con el control de estos problemas? Una manera es enseñar a la mente y al cuerpo a relajarse cuando se le ordene.

Entrenamiento en relajación Es interesante caer en la cuenta de que lo que realmente pretendemos conseguir con el entrenamiento en relajación es la capacidad de controlar efectivamente lo que nuestra mente está haciendo. La mente humana es un órgano muy activo y, en la mayoría de las personas, esta actividad es en cierta medida autónoma. Esto es, la mente es como el tronco de caballos de una diligencia galopando desbocados mientras que el cochero trata de no caerse del pescante. Para conseguir dominarlos, el cochero tiene que trabajar mucho y tirar todo lo que pueda de las riendas para reducir la velocidad y reorientar el tronco.

La misma condición se da en la mayoría de la gente que comienza a practicar un curso de relajación. Ya que nuestra mente ha estado sujeta a años y años de estimulación, incitación y provocación, será un trabajo arduo pero agradable adquirir la capacidad de relajarse.

Es importante enfatizar que aprender la forma de relajarse es un proyecto a largo plazo. Esto es, serán necesarios meses de práctica para conseguir un efecto duradero. No se desanime por la palabra práctica porque es una experiencia de lo más placentera y agradable. Pero lleva su tiempo.

Los siguientes pasos son una guía muy útil que le ayudará a aprender esta técnica.
Practica todos los días Incluye la práctica de la relajación en tu plan diario y dale un nivel de prioridad alto. Cuanto más practiques, en mejor disposición estarás para relajarse. Aunque aprender a relajarte pueda parecerle sencillo, no lo es. Tendrás que trabajar periódica y conscientemente en ello para perfeccionar esta técnica.
“¿Cuánto debo practicar cada día?”. Al principio de tu aprendizaje, varias sesiones cortas (de tres a cinco minutos) serán lo mejor. En esta etapa, las sesiones más largas probablemente sólo le reportarían preocupaciones y desvelos. A medida que progresivamente te vayas especializando más en controlar la actividad de tu mente, aumenta la duración de las sesiones. En la etapa final, trata de practicar unos treinta minutos cada día, en dos sesiones de quince minutos.
Una palabra de precaución: los días que estés muy ocupado/a puedes tener la tentación de prescindir por completo de tus sesiones de práctica. Precisamente estos son los días en que es más importante relajarse. Así que cíñete a tu rutina y evade tu mente de las tensiones del día en tus sesiones de relajación. Además de servirte de valiosa práctica y de bien necesitado descanso, el tiempo que dedicas a relajarte también te sirve para formar un firme hábito de disciplina personal: ser capaz de dar inicio y término a las tareas más importantes de cada día.

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