LA CIUDAD DE SHIVA
Varanassi se deshace por las noches
y se construye cada mañana.
Laberinto en una orilla,
nudo de rezos,
recreación de una serpiente de agua
invocada durante el sueño
entre nubes de sándalo
Corazón que retumba, ancestral,
ofrenda de siglos
que se renueva con el amanecer
Un ser loado
yace ahí, sonrisa de agua,
madre antigua
evaporada en niebla,
vientre abierto,
la muerte que reencarna
o se conjura con el moksha*
Apacible,
el Ganges se distiende
como un abrazo,
ancho cinturón
adornado con el reflejo de las nubes,
jaspeado de flores amarillas
insufladas de mantras
Ofrendas en el Ganges,
carne que reza, se baña, invoca,
se ofrece hasta la muerte,
cuando los maderos arden
sobre el río
y las cenizas se amontonan
en la abstracción del olvido
Cada ghat es un mundo,
pero Manikarnka es la puerta oscura,
el carbón encendido
en el que centellea
el ojo negro de la muerte
que sin embargo
no convoca el sufrimiento
ni el llanto
La India cruda,
la antigua India
se destila en una ceremonia
que surca conjuros centenarios
y llega a Varanassi cada noche
Guerreros espigados
se desdoblan para honrar a la Madre Ganga
y la Ganga Diosa
recibe cada atardecer cobras de metal,
velas, incienso, flores, mantras
en devoción catapultada,
amor profundo
incomprensible amor
que erige un pedestal inmenso
al agua imantada
con eras de rezos y ruegos
la muerte y la vida se eslabonan
en esas aguas
con amor incomprensible
profundo amor
decantado en siglos.
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